SENTENCIA FINAL
Frente al computador pensando, con el deseo absoluto de no hacer nada de lo previsto para hoy. Buscando evadir la responsabilidad, queriendo engañar al tiempo. Aunque sé perfectamente que esto me es imposible; escribo lo que siento, lo que pienso, lo que no pienso; divago en un recuerdo que no me canso de evocar; sin embargo, este ya es lejano, muy lejano….
Busco una respuesta; algo a que aferrarse, un sueño, una quimera para hacer realidad; teniendo la absoluta certeza, como la tiene un niño que cree lo imposible puede lograr.
Junto retazos de recuerdos. Busco en mi cabeza darles una armonía que sin duda es inexistente-Busco en el pasado, me sumerjo y vuelvo; como siempre, como casi siempre he hecho, en eternos flashback de emoción y nostalgia.
Estoy sentado, con la absoluta certeza de saber que haré mañana, con la paradoja eterna del tiempo que siempre me dio la contra, con el apuro de los imprevistos que haya que solucionar a última hora (todos).
Mañana estaré sentado, cumpliendo con el protocolo aquel de llegar temprano para estar a la hora. Buscaré un lugar ni muy atrás ni muy adelante. Esperaré aquella hoja de papel que se ha encargado de dictar mil y un sentencias y que me ha condenado ya varias veces. Iré tranquilo, no trasnocharé como muchos para terminar como un fariseo más que se aparece desde temprano (con los ojos rojos) a continuar los preparativos para una buena defensa frente al juicio aquel por el que todos los que concurrimos allí cada semestre hemos de pasar. Esta sin duda es la sentencia final, muchos han de estar nerviosos e intranquilos, a punto de iniciar una taquicardia, contarán los minutos; los que no prepararon bien su defensa pedirán minutos de prórroga para lograr tener en mente aquel discurso mudo que han de evocar.
Esta sentencia es final e inapelable, aunque algunos intentarán apelar a un nuevo juicio (dependiendo del juez). Al terminar de exponer mi defensa frente a las preguntas mudas que ya de antemano se han elegido caprichosamente al azar, sabré cual es mi sentencia. No me quedaré a escuchar la explicación y el análisis de esta así la haya hecho bien o mal. Apenas terminé saldré y despareceré. Allí se quedaran varios para sufrir su ya de antemano sabida condena o fanfarronearse con su inapelable victoria. Yo para ese momento, estaré de nuevo en el bus, kilómetros más allá, tal vez durmiendo para evadir una vez más la realidad o tal vez leyendo una novela también con el mismo objetivo anterior, llegaré a mi casa y como el eterno retorno de Nietzsche estaré de nuevo preparándome preocupada o despreocupadamente para una nueva sentencia final que no se puede evitar y que sin duda mañana una vez más tendré que enfrentar.
Cuando ya todo terminé, todo sin duda será igual, los concurrentes de aquel lugar con caminar más pausado y relajado andarán; como buenos políticos que son cumplirán cabalmente la ya tan recurrente pero insensata política del eterno postergar.