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Un gesto político

La doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII

Publicado: 2014-04-26

La doble canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII en ese orden ha sido señalada por diversos analistas como una estrategia política dentro de la iglesia que busca reconciliar a dos sectores eternos, distanciados y por qué no decirlo en disputa. Tenemos por un lado a una iglesia ortodoxa y conservadora, que responde desde alta jerarquía, vale decir la Curia Romana, a los cambios impulsados por el otro sector de la iglesia más minoritario y que como todos sabemos ha estado siempre a lado de los más pobres y desfavorecidos en todo el mundo. Esta actitud mostrada como conciliatoria, pacificadora y de apertura como la maquinaria publicitaria nos lo quiere hacer creer, representa un esfuerzo por la iglesia por renovar y hacer algo para rehabilitar su tan golpeada imagen. Sin embargo, no se trata de grandes cambios como los propuestos por el Concilio Vaticano II, sino simplemente se queda en el gesto, la foto, y la nota de prensa. El papa Francisco, a quien hasta se ha acusado de apoyar a la dictadura militar argentina cuando era Superior General de los jesuitas en el país sudamericano, nunca mostró una actitud de condena a la dictadura, que lo pusiese del lado progre de la iglesia como se quiere hacer creer a la opinión pública mundial. También hay que recordar su condena como sucede en muchos países latinoamericanos a la legalización del aborto por parte de la alta jerarquía de la iglesia.  

EL CONCILIO VATICANO II (1962 – 1965)

El concilio fue uno de los eventos más importantes para la iglesia en el siglo pasado, representó un aire de renovación y acercamiento a los sectores desfavorecidos, la diversidad de ideas dentro de la iglesia y el acercamiento a esos problemas sociales bajo los cuales la iglesia debía responder. Se discutieron toda una variedad de temas: como la ordenación de mujeres, el celibato sacerdotal, los métodos de anticoncepción y muchos otros, solo por citar los más controversiales para esa época. La implantación del Concilio represento para la iglesia aire fresco, los temas controversiales fueron aclarados por las distintas encíclicas (que se dice estuvieron influenciadas por el cardenal Wojtila, futuro Juan Pablo II, quien ya se mostraba como un teólogo ortodoxo) de Pablo VI, quien como sucesor de Juan XXIII terminó con las discusiones del concilio, y también con la renovación de ideas. Lo que quedó entonces del concilio fue el interés de la iglesia por los conflictos sociales y los más pobres, discursos como el de la Teología de la Liberación cobraron fuerza en América Latina y se reafirmaron en reuniones episcopales como la Conferencia de Medellín (1968), reunión en la que todos los obispos de América Latina se reunieron para implementar las recomendaciones del nuevo concilio, hasta allí nada nuevo. La iglesia necesitaba acercase a la gente y a sus problemas diarios y cotidianos, la iglesia también cerraba la posibilidad de temas controversiales. Sin embargo, este lado progresista de la iglesia se acercaba de manera “peligrosa” a los movimientos de izquierda de América Latina por un lado, y una libre expresión de ideas e interpretación de la fe producto de su acercamiento a las distintas problemáticas sociales los hacía asumir posturas cada vez más lejanas al magisterio oficial de la iglesia. Así lo creía la Curia Romana siempre dominante y ajena y totalmente en desacuerdo con la sola convocatoria a un concilio desde los tiempos de Juan XXIII.

UNA ESPERANZA PERDIDA

Siempre se dijo que él sería el verdadero renovador y que encarnaba el verdadero espíritu del concilio con temas controversiales y demás. Sin embargo, como llegó a ser elegido y su temprana muerte fue todo un misterio. Hablamos de Albino Luciani, Juan Pablo I, quien tuvo una extraña muerte y que era la última esperanza de cambio luego del Vaticano II (para más información recomendamos el libro "En nombre de dios" de David Yallop). Luego vino el papado de Juan Pablo II, ya conocido teólogo en los medios académicos, de ideas conservadoras y alabado por su oposición y resistencia los soviéticos cuando estos tenían control sobre Polonia.

EL RETORNO DE LA ORTODOXIA

Con Juan Pablo II los grupos conservadores retornaron al poder con fuerza y se quedaron allí durante todo su papado. Con el Cardenal Ratzinger (futuro Benedicto XVI), según se cuenta de ideas renovadoras durante el Vaticano II, y brazo derecho del nuevo papa se persiguió y expulso a los teólogos de la liberación, se censuraron libros, se quitó derecho de cátedra a teólogos. Todo eso posible gracias a la institución eclesial que el cardenal alemán presidía. Hablamos de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe y la disciplina de los Sacramentos, nombre pomposo para renombrar a la ya muy conocida y controversial Santa Inquisición. Para América Latina representó el fin del espíritu del Vaticano II, se retornó a la ortodoxia, ceremoniosidad en los rituales, se terminó de sepultar todo aire de discusión teológica. El golpe de gracia nuestro continente vino en la Conferencia de Puebla (1979), donde no hubo ni una sola mención al martirio y persecución sufrida por los distintos miembros de la iglesia en América (como el de Oscar Arnulfo Romero en El Salvador), se continuó con la avanzada restauración de la ortodoxia de la iglesia perdida o puesta en revisión durante el Vaticano II. Si bien Puebla estaba orientada a la discusión de una nueva evangelización acordé a América Latina solo dejo como recuerdo el nacimiento e impulso de la pastoral juvenil en la iglesia, este impulso se verá luego en las jornadas mundiales de la juventud impulsadas por Juan Pablo II, que las supo utilizar en gran medida para mostrar al mundo el poder de movilización de masas que podía tener la iglesia.

UN GRUPO DE PODER EN TORNO AL PONTIFICADO

El poder máximo otorgado a instituciones como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, por citar solo los dos ejemplos más clásicos representan la restauración de un pensamiento único en materia de fe, pensamiento que Juan Pablo II siempre busco gestar en todo su pontificado. Para ello orientó sus diversas encíclicas y apoyo a distintos grupos religiosos, todos nuevos y a quienes dio gran poder e influencia dentro de la iglesia hacía estos fines. El Opus Dei, recibió el título de Prelatura personal del papa, categoría única de la que solo este grupo goza y que les da absoluta libertad para sus prácticas dentro de la iglesia ya que solo deben rendir cuentas directamente al mismo pontífice siendo una institución transnacional y por encima de la jerarquía local de la iglesia como son las distintas diócesis y arquidiócesis.

LOS CASOS DE PEDERASTIA

La principal objeción para la canonización del papa polaco es el encubrimiento de los casos de pederastia, sobre todo el del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, a quién el pontífice dio pleno respaldo, tanto a él como a su movimiento. Tanto que luego de la muerte de Maciel los casos de pederastia de esta institución fueron de nuevo traídos a debate haciendo que la causa para su canonización impulsada fueran desestimada.

EL PAPA RENUNCIANTE

La crisis mundial y los casos de pederastia eran dos lastres que acompañaron el pontificado de Benedicto XVI. Para afrontar la crisis y hacer de Vaticano un estado confiable para la banca mundial, se necesitaba un cambio de los funcionarios por años allí metidos, la Curia Romana, que el papa emérito conocía a la perfección desde que llegó al Vaticano a trabajar como funcionario. Sin embargo, tal vez por haber siempre pertenecido a este aparato de gobierno desde antes de ser papa;su labor se veía complicada, por lo cual poco o nada pudo hacer, salvo (hacía el final del pontificado) algunos cambios en los puestos de gobierno como preparándole el camino al nuevo papa. Los casos de pederastia se masificaron en su salida a la luz de los miles de testimonios que la prensa comenzó a rebotar, pasando a tener dimensiones mundiales, ante esto se continuó con el encubrimiento hasta que la bola de nieve ya fue tan grande que se tuvieron que dar las sanciones, pero a pesar de todo nunca se dieron cambios reales en las normas vaticanas para condenar estos delitos.

EL USO DE LOS MEDIOS

Desde Juan XIII, quien usó en varias ocasiones la televisión y radio para transmitir su mensaje, la iglesia ha sabido hacerse de estos medios para dar una imagen de fidelidad y seguimiento de sus fieles. Sin duda Juan Pablo II seguirá siendo el máximo exponente del uso propagandístico. El ser un papa carismático ha hecho que tenga sobre él un apoyo de la opinión pública que en realidad poco o nada sabe de todas las contradicciones de su pontificado. Lo mismo está sucediendo en el actual papado de Francisco, si bien su discurso incita a cambios, estos a la fecha no se están dando. Parece que la iglesia se prepara para tal vez dar nuevos paliativos paliativos como esta aparente reconciliación con el sector progre de la iglesia representado por Juan XIII. Solo podemos decir que nos espera un papado moderado, basado más en el gesto que en los cambios estructurales, ya que la alta jerarquía afín a los ideales del papa polaco sigue en el poder, y está se quiera o no legitimada con esta canonización que con su rapidez demuestra lo influyentes que siguen siendo en la iglesia.

Para más información les dejamos estos enlaces:

Acerca de la canonización de Juan Pablo II

Otro acerca de la canonización de Juan Pablo II

Sobre la doble canonización

Juan XXII es la yapa, antes se le beatificó junto a otro papa

Hans Kung, un teólogo perseguido durante el papado de Juan Pablo II


Escrito por

Ronald Oria Siapo

Lector que escribe


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VIVIR PARA CONTARLA

Literatura, Psicología, Arte, Política. Escritos de otros lados y míos para compartir.